Los 10 límites con la comida que una nutricionista aplica en casa con sus hijos (y que tú deberías copiar)

Sigue estas recomendaciones y hábitos para construir junto a tu hijo una buena relación con la comida. Así le estarás protegiendo
Por qué deberías aplicar estos límites con la comida según una nutricionista
Estos límites permitirán que tu hijo construya una buena relación con la comida, según esta nutricionista (Midjourney-MM) - Una madre y su hijo disfrutan preparando la cena

¿Te imaginas una crianza donde la comida no sea una batalla diaria, sino un espacio seguro y de disfrute familiar? Donde tus hijos aprendan a escucharse, a regularse y a disfrutar sin presiones… y donde tú puedas respirar tranquila porque sabes que lo estás haciendo bien. Eso es exactamente lo que propone la nutricionista Melyssa Chang (@melyssachang_nutricion), que ha compartido en redes un post con algunos de los límites con la comida que ella misma aplica en casa con sus hijos. Son recomendaciones como nutricionista y como madre, por lo que pueden servirnos de inspiración y guía a otras familias que intentamos proteger y construir una buena relación con la comida desde la primera infancia.

Los límites con la comida que una nutricionista pone a sus hijos (y que tienen todo el sentido)

Melyssa lo explica con claridad: los límites en casa no están para controlar, sino para acompañar, guiar y, sobre todo, proteger a los hijos.

1. Los niños no abren la nevera o la despensa sin un adulto delante. Como nutricionista y madre, considera que los pequeños pueden y deben participar en la elección de lo que comen, pero siempre con la supervisión del padre o la madre por delante según criterios de seguridad (riesgo de atragantamiento), calidad nutricional y sentido común.

2. Nadie tiene que terminarse el plato si no le apetece seguir comiendo. Nunca. Los adultos decidimos qué alimento se ofrece y los niños deciden cuánto comen. Obligar a acabar el plato dificulta que los niños aprendan a reconocer las señales de hambre y saciedad.

3. La comida se disfruta sentados en la mesa, no en el sofá ni por otras partes de la casa. De esta forma, se fomenta que la comida o la cena sea un momento de calma y conversación que facilite la escucha del propio cuerpo y sus necesidades. Si hay distracciones (por ejemplo, con pantallas) esa conexión se pierde.

4. Hay horarios claros para comer (con flexibilidad razonable cuando hay una ocasión especial). Las rutinas aportan seguridad a los niños. “Mis hijas funcionan con rutinas y les ayuda a saber qué es lo siguiente. Si no quieren comer a esa hora, no les obligo, pero les aviso que tendrán que esperar a la siguiente comida. No somos un restaurante”, explica esta nutricionista en Instagram.

5. En cumpleaños y fiestas, ¡libertad de opciones! En los contextos festivos, sus hijas pueden comer lo que quieran. Ella solo les recuerda, sin juzgar y de la forma más objetiva, cómo podrían sentirse si se exceden (molestias, dolor de barriga…). Eso sí, si percibe que algo puede ser dañino, sí que interviene, ya que su salud podría verse comprometida.

6. Toda la familia participa en la compra y en el menú semanal. Melyssa Chang sabe de la importancia de involucrar a los niños en el proceso de compra y preparación de los alimentos, ya que les predispone a probar nuevas comidas. Además, una vez a la semana, pueden escoger libremente un snack para llevar al colegio de merienda, sea lo que sea.

7. No se habla del “cuánto” o del “qué” comen los niños. Ni comentarios tipo “¡qué poco has comido!” ni “madre mía, cómo te pones”. Las comparaciones y juicios sobre la comida sean positivos o negativos, no entran en su casa.

8. Si no quieres cenar, puedes irte a dormir. “De nuevo, no forzamos y no nos importa que se vayan con hambre. Tienen que vivir esa experiencia incómoda. O bien nosotros confiar en su propia regulación”, explica la nutricionista.

9. Intenta que las verduras estén presentes en los platos, aunque es consciente de que, como a ella no le entusiasman, no hace demasiado hincapié en ellas. Además, nos cuenta lo que ocurre en su casa: “no comen ninguna menos que sean en puré y NO me preocupa nada. Recuerda que no todos, pero la mayoría de los nutrientes de la verdura los puede cubrir la fruta”.

10. Antes de aplicar un límite, pregúntate desde dónde lo estás poniendo. “Siempre me pregunto si la elección la hago por mí o por ellos. Les prohibimos cosas que nosotras hemos aprendido que engordan o son malas. Y no lo hacemos para cuidar su salud. Un ejemplo es el miedo a los carbohidratos, y los niños necesitan un 50% de su alimentación basados en los mismos. Reflexiona”.

Los límites te ayudan a que el momento de comidas y cenas en familia sea más tranquilo.
Guía y protege a tu hijo para que tenga una buena relación con la comida desde la primera infancia (Midjourney-MM)

Por qué es clave construir una buena relación con la comida desde la primera infancia (y qué dice la ciencia)

La forma en que acompañamos a nuestros hijos en la mesa no solo determina lo que comen hoy, sino cómo se relacionarán con la comida dentro de unos años. La infancia es el momento en que se forman las bases de la autorregulación, el placer por comer y la capacidad de escuchar las señales internas del cuerpo.

La ciencia lo respalda. Un estudio publicado en Appetite analizó qué ocurre cuando los adultos usan la comida como arma de control, ya sea restringiendo ciertos alimentos o presionando para que el niño coma más. Y los resultados fueron reveladores: cuanta más presión o restricción reciben los niños, mayor interés muestran por los alimentos prohibidos y peor capacidad desarrollan para autorregular su ingesta. En otras palabras, las estrategias que intentan controlar suelen producir el efecto contrario.

El estudio también encontró que estos efectos varían según el temperamento del niño. En niños impulsivos o muy sensibles a la recompensa, la restricción aumenta aún más el deseo por esos alimentos. Sin embargo, en niños con más autocontrol, el impacto es menor, pero sigue existiendo.

El mensaje es claro: cuando respetamos sus señales internas (hambre, saciedad, curiosidad, rechazo de alimentos) les estamos enseñando a confiar en su propio cuerpo, que es la base de una relación sana con la comida a largo plazo.

Tienes que reflexionar sobre el ejemplo que das a tu hijo sobre cómo tener una buena relación con la comida
Tus hijos toman tu ejemplo para construir su propia relación con la comida, tenlo en cuenta (Midjourney-MM)

Los niños aprenden de nosotros: nuestro ejemplo educa (o ‘deseduca’)

A veces creemos que educar en alimentación es cuestión de menús, colores de plato o tápers de merienda. Pero la ciencia y la práctica señalan otro factor aún más poderoso: nuestro ejemplo.

Los niños aprenden observando. Si ven que tú comes con prisas, picoteas de pie o te castigas tras comer algo que crees que no deberías haber comido, absorben ese mensaje. Si ven que paras cuando estás lleno, que disfrutas de los alimentos sin culpa y que te permites placer, también lo aprenden. Por eso, más allá de los límites o las rutinas, hay algo decisivo: tu ejemplo es el primer plato que tus hijos se comen cada día.

No se trata de ser perfectos, sino de ser conscientes. De ahí, la importancia de que establezcamos una serie de límites con la comida, como los que propone la nutricionista Melyssa Chang, que protejan a los pequeños de la casa.

Referencias

  • Rollins, B. Y., Loken, E., Savage, J. S., & Birch, L. L. (2014). Effects of restriction on children’s intake differ by child temperament, food reinforcement, and parent’s chronic use of restriction. Appetite, 73, 31–39. https://doi.org/10.1016/j.appet.2013.10.005

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