Cuando hablamos de alimentación infantil, muchas veces el foco cae en qué comen o cuánto, y pasamos por alto una clave igual de importante: escuchar el hambre y la saciedad de los niños. No se trata sólo de llenarles el plato, sino de ayudarles a conectar con su cuerpo, a reconocer que tienen hambre, que se sacian y que pueden decidir cuánto comer, dentro de un entorno seguro y sin presiones.
¿Por qué importa la alimentación intuitiva y receptiva?
La estrategia se basa en dos conceptos muy respaldados por la ciencia: la alimentación receptiva (o responsive feeding), que promueve una relación saludable entre el padre/madre/cuidador y el niño en torno a la comida, y la alimentación intuitiva, adaptada a menores, que busca que el niño aprenda a responder a sus señales internas de hambre y saciedad.
Según el modelo de la nutricionista y terapeuta Ellyn Satter, División de Responsabilidad en la Alimentación (sDOR), se plantea que los adultos tienen la responsabilidad de qué, cuándo y dónde se ofrece la comida, y el niño la de decidir si y cuánto va a comer. Esto es una forma de educación alimentaria que genera comedores competentes: niños que saben comer, saben parar, y crecen confiados.
A su vez, estudios recientes de alimentación intuitiva sugieren que los padres que practican estilos más respetuosos y menos restrictivos tienden a promover en sus hijos conductas de comer más saludables (menor riesgo de comer emocional o excesivamente).
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¿Cómo traducirlo al día a día de la familia?
El objetivo no es que los niños coman “perfecto”, sino que aprendan a confiar en su propio cuerpo. En la práctica, esto se traduce en conversaciones más calmadas, gestos cotidianos y menos control en la mesa. Por ello, es esencial cuidar la comunicación oral, las palabras con las que nos dirigimos a ellos, y también corporal: qué actitudes y hábitos mostramos.
Cuida la comunicación oral
Aquí tienes algunas frases concretas que pueden ayudarte a fomentar en tu hijo esa escucha de sus señales internas:
- “Aquí tienes comida saludable, tú decides lo que quieres y cuánto”
Es una frase sencilla pero poderosa. El niño siente que tiene voz y responsabilidad. Así se refuerza su capacidad de autorregulación sin convertir la comida en una lucha de poder.
- “¿Cómo está tu hambre ahora? ¿Tienes muchas ganas de comer o un poquito?”
Nombrar la sensación ayuda al niño a poner palabras a lo que siente. Es el primer paso para que aprenda a reconocer el hambre física (que viene del cuerpo) frente al hambre emocional (que viene del aburrimiento, tristeza o cansancio).
- “Cuando te sientas lleno/a, está bien parar — podemos guardar un poco para después.”
Transmite una idea fundamental: comer no es una obligación, sino una elección guiada por el cuerpo. También les enseña que no hay desperdicio ni castigo por dejar comida, sólo respeto por las señales internas.
Consejos prácticos
En paralelo, es aconsejable evitar frases como “come todo”, “no te levantes hasta que termines” o “tienes que comer porque es la hora”. Estas expresiones, aunque bienintencionadas, pueden hacer que el niño desconecte de su sensación de saciedad y empiece a comer por obediencia o culpa. A la larga, esto dificulta que escuche sus propias necesidades.
También es recomendable crear rutinas de comidas regulares (qué/cuándo/dónde). No se trata de dar libertad absoluta, sino de ofrecer estructura. Los horarios predecibles y el entorno tranquilo enseñan que hay momentos para comer y momentos para descansar del alimento. Evitar el “picoteo continuo” entre horas ayuda a que el niño llegue con hambre real a las comidas principales.
No te olvides, además, de predicar con el ejemplo. Los niños aprenden más por observación que por explicación. Si te ven decir “ya estoy satisfecho, no necesito más”, entenderán que parar de comer no es algo malo, sino una muestra de escucha corporal.
Y, por último, cambia la atención del “cuánto come” al “cómo come”. Observa sin juzgar: ¿mastica con calma?, ¿pausa entre bocados?, ¿empieza a jugar con la comida? Esas conductas comunican mucho sobre su nivel de hambre o saciedad. Aprovecha esos gestos para validar su experiencia, no para corregirla.

Beneficios que podrás notar
Estos son algunos de los posibles beneficios en tus hijos e hijas derivados de que aprendan a escuchar y confiar en su cuerpo:
Hábitos sostenibles
Educar en alimentación intuitiva es invertir en salud a largo plazo. No se trata de prohibir ni de premiar, sino de acompañar y ofrecer opciones saludables con constancia. Así se forman adultos capaces de disfrutar la comida sin culpa ni exceso.
Menos presión y más conexión en la mesa
Cuando el momento de comer deja de ser una batalla, se convierte en una oportunidad para hablar, reír y conectar. Esto mejora no solo la relación con la comida, sino también la relación familiar. Esto es más sencillo si coméis y cenáis en familia sin pantallas.
Tu hijo gana confianza en su cuerpo
Al permitirle decidir cuánto comer, refuerzas su autonomía y autoconfianza. Aprende que su cuerpo sabe autorregularse y que puede confiar en sus sensaciones. Esa seguridad alimentaria temprana se asocia con menor riesgo de trastornos alimentarios en la adolescencia.
Menor riesgo de comer por emociones
Cuando el niño distingue hambre física de hambre emocional, es menos probable que use la comida para calmar ansiedad, aburrimiento o tristeza. Diversos estudios muestran que este tipo de crianza alimentaria reduce el comer compulsivo y el picoteo sin hambre.

En conclusión, enseñar a un niño a escuchar su hambre no es dejarle “hacer lo que quiera”, sino ofrecerle estructura y seguridad (qué, cuándo y dónde) y al mismo tiempo delegar en él la capacidad de decidir “si y cuánto”. Esta es una de las grandes claves de la alimentación intuitiva y receptiva. Un cambio simple en el lenguaje y en la actitud puede marcar una gran diferencia para que la comida deje de ser guerra y vuelva a ser conexión.
Referencias
- Dowling M.L., et al. Association of Parent and Child Intuitive Eating: A Scoping Review. 2024. DOI: 10.1177/15598276241279223. PubMed+1
- Satter, E. Feeding dynamics: helping children to eat well. J Pediatr Health Care. 1995 Jul-Aug;9(4):178-84. DOI: 10.1016/S0891-5245(05)80033-1. PubMed
- Dusi R., et al. Division of Responsibility in Child Feeding and Eating Competence: Application of the sDOR.2-6y™-BR in Brazilian Children. Nutrients. 2023;15(9):2225. DOI: (no DOI visible in source)