Hay frases que parecen pequeñas, casi insignificantes, pero que en realidad son auténticos pilares para la autoestima de un niño. Y una de las más poderosas, de esas que deberíamos usar mucho más a menudo, es esta: “Tu opinión cuenta”.
Puede que la pienses y que estés de acuerdo con ella: quieres que tu hijo desarrolle su pensamiento crítico y sea libre. Pero, ¿cuántas veces lo verbalizas? Cuando un niño escucha estas tres palabras, algo dentro de él se recoloca: se siente visto, capaz, tenido en cuenta, respetado. Y eso, en la infancia, es uno de los mejores regalos.
Por qué decirle a tu hijo “Tu opinión cuenta” cambia tantas cosas
Los niños necesitan sentirse escuchados. No porque quieran mandar —que también lo intentan, y es normal— sino porque saber que su voz importa les ayuda a construir una imagen positiva de sí mismos.

Cuando un niño percibe que lo que piensa tiene valor:
- Gana en seguridad, por lo que se atreve a hablar, a expresar deseos, miedos y dudas. Así, además, reforzamos su autoestima.
- Pierde el miedo a equivocarse porque sabe que sus errores no van a ser juzgados.
- Desarrolla el pensamiento crítico, lo que significa que la capacidad de hacerse preguntas y sacar sus propias conclusiones.
- Confía en sus padres y los percibe como un lugar seguro. Sabe que puede acudir a ti, porque lo escuchas de verdad. Es importante construir esta relación de confianza desde la infancia, para que cuando llegue la adolescencia sepa que puede contar contigo ante los problemas.
En realidad, “Tu opinión cuenta” es un mensaje completo camuflado en tres palabras. Es como decir: “Eres importante. Tus ideas tienen un lugar en el mundo. Lo que dices me interesa”. Y cuando un niño crece con esa sensación, es mucho más difícil que lo hagan callar fuera de casa. Es un tesoro para su autoestima, pero también para su inteligencia emocional.
Dile esta frase a tu hijo, pero también demuéstraselo con tus actos
Entre prisas, deberes, lavadoras, cenas y discusiones por ponerse el pijama, demasiadas veces actuamos en automático. Mandamos, resolvemos, decidimos, organizamos. Y esto no es malo: los niños necesitan límites y guía. Pero también necesitan participar y saber que cuentan.
La mayoría de los conflictos diarios pueden reducirse si permitimos que el niño, en la medida de su edad, tenga una parte activa. Al sentirse parte de la solución, estará más dispuesto a contribuir a que la situación vaya por buen camino. Y, por supuesto, decirle “Tu opinión cuenta” es importantísimo. Pero también lo es demostrarlo con tus actos.
Y esto se consigue de forma muy sencilla: dejándole participar en pequeñas decisiones del día a día. Desde decidir, entre dos opciones, la chaqueta que se quiere poner mañana, hasta proponer un plan para el fin de semana, opinar sobre la decoración de su habitación o decidir qué cuento le apetece leer antes de dormir.
A veces creemos que escuchar es dejar que el niño hable, pero escuchar es mucho más: es darle espacio, interés real y consecuencias. Cuando escuches a tu hijo, hazlo con presencia y reconocimiento: escúchale con los oídos, pero también con los ojos.
El efecto a largo plazo: niños con más autoestima, adultos más libres

Los niños que crecen sintiéndose escuchados suelen convertirse en adultos que se atreven a hablar, a defender sus ideas, a decir que no, a poner límites sanos y a pedir ayuda, cuando lo necesitan.
De hecho, un estudio publicado en Journal of Social and Personal Relationships demostró que cuando los hijos perciben que sus padres les escuchan de verdad (con atención, sin prisas y sin juzgar) desarrollan más autoestima, mayor bienestar emocional y una disposición mucho más fuerte a expresar lo que sienten.
Los investigadores comprobaron que la llamada “escucha de calidad” no solo mejora la comunicación en el presente, sino que también fomenta habilidades que acompañan a los niños en su vida adulta, como la capacidad de pedir ayuda, expresar necesidades y sostener conversaciones difíciles.
Porque la confianza no aparece de golpe en la adolescencia ni se instala mágicamente en la edad adulta. Se construye. Se entrena desde pequeños. Y se entrena con gestos tan simples como este: mirar a tu hijo a los ojos y decirle que su voz importa.
Repetir “Tu opinión cuenta” no significa que el niño vaya a decidir la logística de la casa. Significa que, dentro de la estructura y los límites que tú marcas, tu hijo tiene un lugar activo y valioso. En ese momento, una frase tan sencilla puede significarlo todo.
Referencias
- Weinstein, N., Huo, A., & Itzchakov, G. (2021). Parental listening when adolescents self-disclose: A preregistered experimental study. Journal of Experimental Child Psychology, 209. https://doi.org/10.1016/j.jecp.2021.10517