Que tu hijo se plante delante del plato y diga “eso no me gusta” o “no quiero cenar” puede arruinarte la noche en dos segundos. Seguro que la escena te suena: vienes cansado, tienes prisa porque los horarios se te han ido de las manos y encima aparece la frase maldita justo cuando solo quieres un poco de paz. Tienes que saber que no estás solo, esta situación se produce en miles de hogares, incluso en la de los profesionales de la alimentación.
La nutricionista Gabriela Uriarte (@gu_nutricion) ha compartido en redes sociales un vídeo en el que lo demuestra y te enseña cómo reacciona ella sin perder la calma (o eso intenta) cuando su hijo le dice eso de” no quiero cenar”. En su caso, el punto más conflictivo es el momento “vamos a comer una fruta de postre”. ¿En tu casa igual? Coge papel y boli…
Lo que muestra el vídeo: una cena real en casa de la nutricionista, sin filtros, pero con calma
En el reels, esta madre nutricionista sirve la cena. Su hijo la mira y sentencia: “Eso no me gusta”. Ella no se altera. No sermonea. No negocia. Simplemente responde: “Vale, pues no cenes, ¿no quieres cenar?”. Le pide que permanezca sentado en la mesa mientras su hermana cena, porque la rutina es importante, incluso cuando hay resistencia.
Mientras tanto, ella mantiene un ambiente relajado, sin insistir, sin comentarios pasivo-agresivos, sin recordarle por quinta vez que “no ha comido nada”. La idea es sencilla: si el entorno está en calma, el niño se sentirá mejor y es posible que esté más receptivo a participar en la dinámica familiar. Si percibe tensión, resistencia o enfado, la negativa se vuelve batalla.
A los pocos minutos, el niño pide queso. “¿Vas a cenar?”, pregunta ella con una sonrisa. Y sí: se sienta y empieza a comer. Nada forzado. Nada negociado.
Charla con sus hijos, ríen, cuentan tonterías. Cuando el niño deja de comer, ella no calcula mentalmente si ha tomado lo suficiente ni le anima con el clásico “venga, un poquito más”. Simplemente acepta que ha terminado.
Llega la hora del postre. Ella da opciones cerradas: “Arándano o kiwi”. El niño dice que quiere yogur, pero ese día ella prefiere ofrecer fruta. Acaba eligiendo manzana. Un pequeño gesto, pero cargado de intención: estructura, límites suaves y autonomía.
Todo el vídeo está lleno de pequeños mensajes visuales: paciencia, perseverancia, cero dramatismo, cero lucha de poder y un mantra claro: Los padres deciden qué se come; los niños deciden cuánto.
Cómo reaccionar con calma cuando tu hijo no quiere comer (y qué podemos aprender de esta nutricionista)
De esta escena tan cotidiana pueden extraerse pautas muy útiles para cualquier familia:
1. No hagas un drama del “no quiero cenar”
Respóndelo con la misma naturalidad que muestra esta madre. Quitarle peso emocional evita que la comida se convierta en campo de batalla. Al mismo tiempo, estarás construyendo una relación más sana con la alimentación.
2. Mantén las rutinas, aunque no coma
Sentarse a la mesa con la familia es parte del hábito. Comer o no comer es otra cosa y separar ambas ideas puede ayudar mucho.

3. No presiones, no chantajees, no compares
Nada de “tu hermana sí come” o “si no cenas, no hay postre”. La presión aumenta la resistencia y genera ansiedad. Recuerda una importante lección: la comida nunca debe usarse ni como premio ni como castigo.
4. Sigue ofreciendo alimentos que no le encantan… sin forzar
La exposición constante y tranquila es la que funciona. Puede que hoy coma una manzana y mañana no; es normal. De hecho, hay veces que los niños necesitan muchos intentos (más de los que imaginas) hasta que aceptan un alimento. Y recuerda que puede que haya cierto alimento que no le gusta, y no pasa nada por ello. ¿Acaso a ti te gustan absolutamente todas las comidas? Yo odio la remolacha.
5. Come tú delante de él
A los niños les influye muchísimo ver cómo sus padres disfrutan de ciertos alimentos. El ejemplo es más poderoso que cualquier explicación y ellos siempre nos están observando.
6. Ofrece opciones cerradas para que tome una decisión
Las opciones cerradas ayudan a evitar negociaciones infinitas. Dar a elegir entre dos frutas funciona mejor que abrir la nevera entera y que pueda coger cualquiera. Puede sentirse sobrepasado y, como consecuencia, no elegir ninguna o sentir frustración.

Por qué nunca debes obligar a tu hijo a comer (y qué dice la ciencia)
Sabemos que la tentación está ahí: “Si no te lo comes, te lo pongo para desayunar”. “Hasta que no termines, no te levantas”. Pero obligar a un niño a comer no solo no funciona, sino que puede perjudicarle.
Un estudio publicado en Appetite analizó el impacto de la presión parental en la alimentación infantil, más concretamente en la de los preadolescentes. Los investigadores descubrieron que cuando los niños sienten que se les obliga a comer, aumentan los comportamientos alimentarios poco saludables, como dejar de escuchar sus señales internas de hambre y saciedad. Además, mostraban mayores niveles de ansiedad. En otras palabras: presionarles para comer rompe la autorregulación natural, que es justo lo que queremos proteger.
Cuando le forzamos, el niño asocia la comida con estrés, resistencia o sensación de fracaso. Cuando acompañamos desde la calma, asocia la comida con confianza, autonomía y disfrute. Y eso, como demuestra la nutricionista del vídeo, no solo mejora la cena de hoy, sino la relación con la comida para toda la vida.
Si alguna vez te has sentido mala madre porque tu hijo no quiere cenar, respira: no tiene nada que ver contigo. Está bien si las cenas y comidas en casa no son como las que vemos en las películas: toda la familia feliz compartiendo una receta con un aspecto exquisito.
Este reels nos recuerda algo valioso: no necesitas imponer, solo acompañar. Con límites, con calma, con ejemplo y con mucha paciencia. Porque educar no es forzar: es guiar, y confiar en que tus hijos están aprendiendo, aunque a veces no lo parezca.
Referencias
- Galloway, A. T., Lee, Y., Birch, L. L. et al. (2014). Perceptions of parental pressure to eat and eating behaviours in preadolescents: the mediating role of anxiety. Appetite, 80, 61-69. https://doi.org/10.1016/j.appet.2014.05.002