Cada Navidad se repite la misma escena: mientras la casa se va llenando de luces, villancicos y planes familiares, muchas madres sienten cómo su cabeza se convierte en una lista infinita de tareas. Regalos, menús, disfraces del colegio, maletas, recordatorios… y la presión de que ‘todo salga perfecto’. Por eso no es extraño que antes de que ni siquiera llegue la Nochebuena, ellas ya estén agotadas. Pero ¿por qué ocurre y qué hay detrás de esta carga mental navideña que apenas se ve?
La carga mental en la Navidad, ¿por qué siempre recae en las madres?
Podréis decirme que soy una exagerada, pero es algo que he hablado con muchas de mis amigas que ya son mamás y todas están de acuerdo: nosotras nos cargamos mucho más con los quehaceres navideños. Y es que la magia navideña, aunque lo parezca, no se crea sola. Detrás, hay una madre pensando y organizándolo todo. Y sí, estoy de acuerdo en que no es justo generalizar, ya que cada vez hay más padres (y menos mal) que participan en igualdad de condiciones en los preparativos navideños. Sin embargo, me llama la atención que tantas mujeres estén de acuerdo en que la carga mental aumenta durante la época festiva.
“Tengo que ir a comprar…”, “Que no se me olvide coger…”, “Casi se me pasa ir a por…” Y así, se completa una agenda a rebosar de pendientes. Sin embargo, lo que más pesa no es tener que hacer todas estas tareas, sino tener que recordarlas. Todos esos recados por hacer pesan mucho sobre los hombros y, ya te habrás dado cuenta, agotan. Esa es la verdadera carga mental.
Una de las quejas más comunes entre las madres es la expectativa de que sean ellas quienes gestionen todos los aspectos de la Navidad. Esto incluye decidir qué regalos comprar, cómo organizar las reuniones familiares y cómo equilibrar estas tareas con sus responsabilidades laborales. La presión de cumplir con estas expectativas puede ser abrumadora, especialmente cuando nos sentimos solas en estas tareas. Y, lo peor de todo, es que en la mayoría de las ocasiones se da por hecho que nosotras vamos a hacerlo todo.
Un ejemplo de carga navideña que se ha incorporado recientemente: el elfo navideño. Por si no lo conoces, de los países anglosajones nos ha llegado el elfo travieso o elf on the shelf, un personaje rojo que Papá Noel manda para vigilar el comportamiento de los niños. Sin embargo, este elfo es más travieso de lo que pensábamos y comete una travesura diferente cada día en casa. Parece una actividad divertida, ¿verdad? Ver la carita de asombro de tu hijo cada mañana al descubrir la que ha liado el elfo puede ser muy emocionante. Pero, una vez más, ¿quién se suele encargar de esta tarea?

Estudios dicen que el reparto de tareas en casa es desigual (todo el año)
Ya lo suponíamos, pero ahora la ciencia lo confirma: las madres cargan con la mayor parte del trabajo invisible del hogar, incluso cuando trabajan fuera. Un ejemplo claro es el estudio Gendered Mental Labor: A Systematic Literature Review on the Cognitive Dimension of Unpaid Work Within the Household and Childcare (2023), que revisó más de 30 investigaciones y llegó a esta conclusión: la planificación, la organización y la anticipación de todo lo que hace que una familia funcione siguen recayendo mayoritariamente en las mujeres. Y la Navidad, con su cadena infinita de tareas y recados, solo acentúa esa desigualdad.
Durante estas fechas navideñas, muchas mamás sienten que su cabeza no descansa: regalos, comidas, felicitaciones, festivales del colegio, llamadas, recados… a lo que se suma la presión social, casi siempre dirigida a ellas, de que la celebración sea 'perfecta'. Esa expectativa cultural de que la madre es la gran organizadora de la Navidad refuerza una carga mental que sigue siendo poco reconocida, sigue siendo invisible y que provoca frustración: ellas son quienes hacen que todo funcione, que haya mucha magia navideña, pero muchas veces nadie lo ve.
El problema es que esta sobrecarga no se queda en un cansancio puntual. El estrés acumulado puede derivar en insomnio, irritabilidad, fatiga crónica y un agotamiento emocional profundo. Es la señal de alarma de que la carga mental está pasando factura. Seguro que has oído hablar del famoso burnout. Por eso es tan importante hablar de ello: para repartir tareas, reconocer el esfuerzo y evitar que, año tras año, la Navidad termine dejando a tantas madres agotadas.

Cómo reducir la carga mental de las mamás en Navidad
La carga mental no desaparece sola, pero sí que hay cosas que podemos hacer para reducirla.
- Concienciar a la sociedad en general (y tu familia en particular) de su existencia. Y, para ello, es fundamental hablar de ello, tanto en los medios de comunicación, como en las conversaciones con amigas y amigos, con tus padres, en las redes sociales... En todos los sitios que se te ocurra para abrir el debate y que todo el mundo sepa que las madres, a veces, nos sentimos agotadas.
- Poner límites y repartir las tareas. No se trata de que tu pareja, el papá de tus hijos o quien sea te ayude; sino que se convierta en una figura corresponsable con los quehaceres. Una idea sencilla para ello puede ser realizar un cuadro de tareas visible para todos, donde cada actividad tenga dueño. No solo reparte el trabajo, sino que abre los ojos a todo lo que realmente implica organizar la Navidad.
- Bajar las expectativas navideñas. ¿Que este año no da tiempo a comprar aquel turrón tan rico que compra mamá en aquella tienda de aquel pueblo? Pues no pasa nada. ¿Que las servilletas de la cena de Nochevieja son completamente blancas porque no se ha comprado unas con dibujos navideños? Pues no pasa nada. Al final, la Navidad no va de perfección: va de estar juntos sin que nadie acabe exhausta.
- Pedir ayuda no es fallar, es cuidarte.
Porque la Navidad debería ser luz, no una carga que te apague por dentro. Y cuanto más hablemos de ello, más fácil será construir unas fiestas en las que todas, también las madres, podamos descansar y disfrutar.
Referencias
- Reich-Stiebert, N., Froehlich, L., & Voltmer, J.-B. (2023). Gendered Mental Labor: A systematic literature review on the cognitive dimension of unpaid work within the household and childcare. Sex Roles, 88(11–12), 475–494. https://doi.org/10.1007/s11199-023-01362-0