Estoy embarazada y voy a empezar con una confesión: yo no he cumplido la regla de oro de “no cuentes el nombre del bebé hasta que nazca”. En absoluto. Yo he gritado a los cuatro vientos que la bebé que crece en mi barriga va a llamarse Siena. Bueno, en realidad, ya se llama Siena porque, para mí, elegir un nombre nos ha ayudado a seguir construyendo el vínculo con ella. Aun así, entiendo que haya padres que sí que se arrepientan de no mantenerlo en secreto.
Por qué hay padres que no cuentan el nombre de su bebé hasta que nace
Poniéndome en su lugar, tras hablar con algunos de estos papás y mamás, estas son algunas de las razones que más les han pesado para elegir no contar el nombre de su hijo o hija hasta el momento del nacimiento.
1. Porque la gente opina y sus comentarios no siempre ayudan
Una de las principales razones por las que tantos padres se arrepienten de revelar cómo van a llamar a su hijo o hija antes de que nazca es porque, en cuanto lo dicen en voz alta, deja de ser algo solo suyo; algo íntimo.
Mientras el nombre vive en tu cabeza (o en vuestras conversaciones de pareja), es un lugar seguro. Pero en el momento en que lo cuentas, el nombre se convierte en tema de conversación para otras personas. Y con la conversación llegan las opiniones.
Algunas son bonitas, claro, como las que te dicen que es un nombre precioso y especial. Pero otras no tanto: “Ah, qué nombre tan curioso”, “¿seguro?”, “como el perrito de mi vecina” … Nadie pretende hacer daño (o eso queremos pensar), pero cada comentario se queda en tu cabeza, incluso los que vienen envueltos en una sonrisa.

2. Porque el embarazo ya te hace bastante vulnerable
Estar embarazada es una montaña rusa, tanto emocional como física y mental. Hay días en los que estás fuerte y segura, y otros en los que una frase tonta te desmonta.
Y el nombre del bebé no es cualquier cosa. Es una decisión cargada de expectativas, de historia y de futuro a la que la mayoría de los padres dedicamos mucho tiempo. Por eso, cuando alguien opina sin filtros, puede remover más de lo que esperabas.
No es que cambies de idea de golpe. Es algo más sutil: empiezas a dudar de una decisión que antes tenías clarísima.
3. Porque te ves justificando algo que ni siquiera deberías explicar
“Desde que conté el nombre, me he descubierto justificándolo más de lo que pensaba”, explican algunos de estos padres que se arrepienten de haberlo contado demasiado pronto. Que si el significado, que si de dónde viene, que si por qué nos gusta, que si no es raro, en realidad.
Elegir el nombre de un hijo no es –o no debería ser– un debate abierto ni una encuesta familiar.
4. Porque antes de nacer, el nombre aún no tiene cara
Esto es clave para muchos papás y mamás. Antes del nacimiento, el nombre es solo una idea; un concepto que cada persona rellena con sus propias asociaciones.
Después, cuando ves a tu bebé, todo cambia. El nombre se ancla a una cara, a una piel, a una historia que empieza. Y entonces resulta mucho más difícil que alguien lo cuestione, incluso para ti. Pero antes, cuando todavía no lo tienes en brazos, las opiniones pesan más.
5. Porque guardar el nombre también es una forma de protegerte
No contar el nombre no es ser borde ni supersticioso. Es poner un límite pequeño, pero importante, en un momento en el que ya estás recibiendo demasiada información, consejos y juicios. Decir “preferimos no decirlo todavía” puede ser un acto de autocuidado, de calma y de respeto por una decisión que aún está creciendo.

Si pudiera volver atrás, ¿mantendría en secreto el nombre de mi hija?
Entiendo perfectamente a los padres que se arrepienten de haber contado el nombre de su bebé antes de que naciera. De verdad. Porque yo también me he sentido como ellos en algunos momentos. He notado el peso de ciertas opiniones, he sentido la incomodidad de algún comentario fuera de lugar y he pensado, más de una vez, que quizá habría sido más fácil guardármelo.
Por eso, mi respeto hacia ellos es absoluto. Cada embarazo se vive de una manera distinta y cada persona tiene una postura diferente.
En mi caso, sin embargo, hay algo que pesa más. Me ilusiona muchísimo hablar del nombre de mi bebé. Decirlo en voz alta, compartirlo, imaginar su carita ya con ese nombre… forma parte de cómo estoy viviendo este embarazo. Y, aunque a veces haya comentarios que sobren, para mí esa ilusión compensa.
Eso no significa que sea mejor ni peor opción. Significa que cada familia encuentra su propio equilibrio. Hay quien se protege guardándolo en secreto y hay quien disfruta compartiéndolo desde el primer momento. Ambas decisiones son válidas. Al final, de eso va todo esto: de escucharte, de respetarte y de elegir lo que te haga sentir más tranquila y feliz en un momento tan importante de tu vida.