Respirar con normalidad, es decir, por la nariz, debería ser algo automático. Lo damos por hecho, pero no siempre es así. Cuando un niño respira por la boca como hábito (no solo durante un resfriado) puede estar mostrando algo más. Puede tratarse de un patrón de respiración que, si se prolonga, puede influir en su desarrollo facial, su dentición y su postura. Detectarlo a tiempo y actuar, como nos ha explicado una enfermera especializada en pediatría, puede marcar una gran diferencia.
¿Por qué importa distinguir si un niño respira por la boca?
Normalmente respiramos –o deberíamos respirar– por la nariz: así el aire se filtra para limpiarse, se calienta y humedece y llega mejor a los pulmones. Pero cuando la nariz está obstruida, ya sea por mocos, alergias, desviación del tabique, etc., muchos niños adoptan la respiración oral como alternativa.
Un estudio reciente publicado en BMC Oral Health revisó decenas de investigaciones sobre niños y concluyó que la respiración bucal crónica puede provocar cambios estructurales importantes en el rostro: cara alargada y aplanada, nariz más estrecha, barbilla para atrás, ojeras, paladar estrecho, dientes torcidos…
Pero esto no es un tema meramente estético. Estos cambios en la estructura facial pueden complicar el desarrollo dental, la estabilidad de la mordida e incluso pueden llegar a afectar a la deglución. Además, cuando un niño no respira bien no descansa cuando duerme y suele estar más irritable y cansado (además de que suele roncar).

Qué hacer si sospechas que tu hijo tiene respiración bucal
A veces, es muy evidente que un niño respira por la boca, porque lo hace a lo largo de todo el día. Sin embargo, en ocasiones lo hace mayoritariamente, por ejemplo, mientras duerme y no te sueles dar cuenta. Por eso, tal y como destaca la AEPED, hay algunos factores que te pueden indicar que tu hijo es más de respiración bucal: ronca por la noche, duerme o permanece gran parte del día con la boca abierta, tiene ojeras o la parte de los pómulos más aplanada, mete la lengua entre los dientes para tragar, suele tener otitis de repetición, etc.
Si sospechas que es el caso de tu hijo, acude a un profesional y coméntaselo para que haga una evaluación. En cualquier caso, la enfermera especializada en pediatría Arancha Gil (@pediatrianatural) ha compartido en redes sociales algunas pautas que podrían ayudarte a saber cómo actuar.
¿Qué hago si mi hijo respira con la boca? Una enfermera te da algunas pautas
1. Observa con atención sus momentos de ocio o concentración
Fíjate si respira por la boca mientras juega, pinta, escucha un cuento o dibuja. Si mantiene la boca abierta incluso cuando está tranquilo, podría no tratarse de algo puntual: estaríamos ante un hábito de respiración bucal y conviene intervenir.
2. Comprueba si la nariz está taponada
Muchos casos de respiración bucal se deben a una congestión nasal recurrente, alergias, mocos... Si la nariz no permite una correcta ventilación, la boca se convierte en una vía alternativa para respirar.
3. Consulta con profesionales sanitarios: pediatra u otorrino
Solicita una valoración médica para descartar causas como una desviación de tabique, alguna alteración en la amígdala, etc. Atajar la causa nasal puede facilitar el regreso a la respiración nasal natural.
4. Haz una valoración con odontopediatra y logopeda
Respirar por la boca influye en la posición de la lengua, labios y dientes. Una revisión especializada puede detectar paladar estrecho, mordida abierta, lengua baja o alteraciones de deglución que requieran intervención.
5. Potencia la respiración nasal desde casa con juegos y hábitos suaves
Convertirlo en algo cotidiano: recordar cerrar los labios y respirar por la nariz varias veces al día, pero sin regañar para que no se convierta en un elemento que causa enfados. Además, puedes probar juegos sencillos como soplar plumas, hacer burbujas o inflar globos.

6. Haz ejercicios de respiración
Si tu hijo ya es un poco mayor, podéis hacer juntos algunos ejercicios de respiración o meditación. Además de calmar los nervios, le ayudarás a poner la mirada en la forma en la que respira.
Más pautas para ayudar a tu hijo en caso de respiración bucal
7. ¡Atención al sueño!
Si duerme con la boca abierta, ronca, rechina los dientes o tiene sueño intranquilo, puede haber una causa subyacente. Elevar ligeramente la cabecera puede ayudar momentáneamente, pero lo importante es consultar.
8. Cuida la postura corporal de tu hijo
Respirar por la boca suele estar asociado a una cabeza adelantada y cuello tenso. Una silla adecuada, mesa a su altura y pantallas más arriba pueden favorecer una postura correcta, lo que a su vez puede mejorar la respiración nasal y la posición de la lengua.
9. Incentiva una alimentación que potencie la masticación
Alimentos más consistentes —como pan integral grueso, frutas firmes o verduras al dente— estimulan la musculatura del maxilar y pueden contribuir al desarrollo adecuado de la estructura maxilar. ¡Ojo, siempre teniendo en cuenta la edad de tu hijo!
10. Empieza cuanto antes: no esperes a que se mejore solo
Cuanto más temprano se actúe, más fácil resulta corregir la respiración.
Respirar por la boca no debe considerarse un simple detalle de crecimiento ni un capricho de los niños. Cuando es un hábito conviene intervenir. Una mirada atenta, hábitos diarios y, sobre todo, la ayuda de un profesional sanitario son esenciales para que la respiración bucal no deje una huella permanente en tu hijo.
Referencias
- Zhao, Z., Zheng, L., Huang, X., Li, C., Liu, J., & Hu, Y. (2021). Effects of mouth breathing on facial skeletal development in children: a systematic review and meta-analysis. BMC Oral Health, 21, 108. https://doi.org/10.1186/s12903-021-01458-7