Claves a tener en cuenta si tienes un hijo de dos años y se ha vuelto muy agresivo

Tener un niño de dos años puede ser una experiencia maravillosa pero desafiante. Muchas veces pueden mostrar comportamientos agresivos por diferentes motivos. ¿Qué podemos hacer para frenar esto? Descubre más detalles en el siguiente artículo.
Mi hijo pega a sus compañeros en el cole, ¿qué puedo hacer?

Un día cualquiera y sin previo aviso, nuestro hijo nos grita con rabia: “¡No, tonta!”. Pero si simplemente le estábamos quitando la tele, poniendo el babero, sacando del baño, cambiando el pañal... Si, además, nos alcanza con alguna manotada, la sorpresa y el enfado se unen. Pero si la conducta empieza a repetirse y va a más (se unen arañazos, tirones de pelo o mordiscos), se disparan las dudas. ¿Le estaré maleducando? ¿Le pegan en la guardería? ¿Serán cosas de la edad? 

También se multiplican las formas de responderle, en función de nuestro estado de ánimo. Este es un claro ejemplo de por qué no podemos tolerar las conductas agresivas en niños.

Niños peleándose

¿Por qué se comportan agresivamente?

Los niños de dos años pueden mostrar comportamientos agresivos debido a que se encuentran en pleno desarrollo cognitivo y socioemocional. A esa edad, los niños están comenzando a explorar su entorno y a desarrollar su identidad individual, pero aún no tienen habilidades sólidas para comunicar sus necesidades y frustraciones de manera adecuada. Esto puede llevarlos a la expresión de comportamientos agresivos.

Además, a los dos años de edad, los niños están experimentando un aumento en su independencia y deseo de controlar su entorno. Sin embargo, todavía no tienen la capacidad de comprender completamente las normas sociales y las expectativas de comportamiento, lo que puede generar conflictos y reacciones impulsivas. Asimismo, los niños pequeños son muy sensibles a las emociones y pueden imitar los comportamientos que alguna vez hayan presenciado o experimentado, incluso si no entienden el significado de esos comportamientos. 

¿Lo castigamos, le quitamos importancia o qué hacer?

Los padres podemos desempeñar un papel crucial en ayudar a nuestros hijos a manejar sus emociones y conductas impulsivas. Cada niño es único y el enfoque de actuación puede variar según su personalidad y desarrollo ya que no hay una fórmula mágica en todos casos. Sin embargo, existen algunas formas generales para brindarles apoyo. 

 Niña enfadada

En primer lugar, debemos desechar la idea de castigar a nuestros hijos: si bien el castigo puede parecer una forma rápida de corregir el comportamiento agresivo de ese niño, a largo plazo esto tiene una efectividad limitada. Los castigos no suelen ser eficaces a largo plazo debido a que no enseñan a los niños a abordar las emociones que pueden estar impulsando la agresión ni tampoco habilidades para resolver conflictos, empatía, entre otros.

Entonces, ¿le quitamos importancia? En general, no debemos darle un exceso de importancia a sus exabruptos, ni convertirlos en el centro de nuestras conversaciones. La atención es el reforzador de la conducta más potente. Tanto en positivo como en negativo. Por eso es mejor dejar siempre muy claro por qué la conducta no es adecuada, pero también potenciar con nuestra atención lo que hace bien.

Así pues, se sugiere utilizar enfoques alternativos basados en la disciplina positiva y la crianza respetuosa. Algunas recomendaciones son: mantener la calma, establecer limites y reglas claras, enseñar habilidades sociales, proporcionar un modelo de conducta positiva, y reconocer y reforzar los comportamientos positivos que tengan. 

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