Javier de Haro, psicólogo infantil: "Las consecuencias promueven la responsabilidad y la autonomía, los castigos solo generan miedo”

El psicólogo Javier de Haro explica las claves para sustituir los castigos por consecuencias coherentes y pedagógicas, una estrategia que fomenta la responsabilidad y la autonomía infantil.
Madre y niño se miran con calma en casa, mostrando una conversación respetuosa tras un error.
Las consecuencias bien aplicadas enseñan más que los castigos, recuerda el psicólogo infantil Javier de Haro. Midjourney-RG

Durante años, generaciones y generaciones padres han creído que castigar es una forma eficaz de enseñar a los niños y niñas a comportarse. Prueba de ello es que este hábito ha ido pasando de generación en generación, dado por bueno, hasta el punto de que sigue plenamente vigente en la actualidad en muchísimas familias con peques. Sin embargo, la psicología infantil lleva tiempo señalando que los castigos no educan, solo reprimen, lo cual no quiere decir que no existan límites ni consecuencias, concepto este último favorito de los psicólogos infantiles y pedagogos.

Expertos en educación y crianza como Rafa Guerrero ya han advertido en público en numerosas ocasiones por qué las consecuencias no afectan igual al cerebro de los niños que los castigos, mensaje reforzado por otras voces autorizadas en divulgación sobre la materia como la del psicólogo infantil javier de Haro.

De Haro explica en una publicación reciente las diferencias que existen entre castigo y consecuencia, un detalle que sigue sin quedar muy claro a muchas familias con niños y niñas pequeños. "Mientras los castigos pretenden sancionar, las consecuencias tienen un fin pedagógico constructivo: quieren que el niño entienda lo que ha ocurrido”, asegura el psicólogo.

La consecuencia es un pilar esencial de la dispiclina positiva, en la que no tiene cabida el castigo como herramienta de aprendizaje. En esta diferencia aparentemente sutil está el cambio de paradigma que tantas familias están poniendo en práctica: pasar del miedo al aprendizaje, de la reacción impulsiva a la anticipación. Porque, como advierte el experto, “las consecuencias que usamos en nuestro día a día al aplicar límites tienen mucho más de castigos que de consecuencias”, y eso tiene efectos directos en la convivencia familiar.

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Madre e hijo hablan mirándose cara a cara con calma
Madre e hijo hablan desde la calma, desde la consecuencia en lugar del castigo (Midjourney-RG)

Las cinco diferencias clave entre castigos y consecuencias

Según Javier de Haro, hay cinco diferencias esenciales que todo padre debería conocer entre el concepto de castigo y el concepto de consecuencia. Son las siguientes:

  1. La finalidad. El psicólogo explica de manera concisa que el castigo busca sancionar y que el fin de la consecuencia es enseñar.
  2. La coherencia. El castigo suele ser arbitrario, incluso "desproporcionado", reflexiona Javier de Haro. La consecuencia, en cambio, está directamente relacionada con lo ocurrido, algo que rara vez ocurre en el castigo ("si te no haces los deberes no vas al partido del sábado", por ejemplo").
  3. El impacto emocional. Mientras los castigos "promueven miedo y rencor", las consecuencias promueven "responsabilidad y autonomía", incide el psicólogo infantil.
  4. La anticipación. Las consecuencias se anticipan y los niños saben qué ocurrirá, cosa que no ocurre con los castigos, en cambio, son imprevisibles. Muchas veces se les ocurren a los adultos en medio del enfado, desde la rabia y la ira.
  5. El efecto a largo plazo. Los castigos "pueden funcionar a corto plazo", reconoce Javier de Haro, pero generan tensión y no funcionan a largo plazo. Las consecuencias, "aunque requieren constancia, son más beneficiosas a medio y largo plazo", concluye el psicólogo.
Primer plano de un padre y su hijo, cara a cara
Es importante mantener firmes los límites y pensar en consecuencias, no en castigos, a la hora de educar (midjourney - RG)

De la reacción impulsiva a la educación consciente

Javier de Haro insiste en que muchos padres, aun queriendo educar con respeto, acaban aplicando castigos disfrazados de consecuencias. “Muchas veces esto se debe a que somos reactivos. Respondemos impulsivamente cuando sentimos que hacen algo mal. Y ya te aviso: tensión más niños más prisas por solucionar es igual a consecuencias que realmente son castigos”, advierte.

Por ello, la propuesta del psicólogo infantil pasa por observar, anticipar y definir consecuencias pedagógicas. "Mi consejo es que veamos qué comportamientos requieren nuestra atención para ayudarles a cambiar pensando qué consecuencias pedagógicas pueden necesitar", indica. Siempre centrados en tres prioridades:

  • Seguridad,
  • Salud,
  • Respeto y convivencia.

El psicólogo recuerda que menos consecuencias pero bien puestas es más: tampoco se trata de llenar la casa de límites, sino de aplicar los que ayudan a comprender y reparar lo ocurrido.

Estos ejemplos concretos pueden ayudarte a entender esta diferencia entre castigo y consecuencia porque son estrategias que promueven aprendizaje, empatía y autocontrol, no miedo.

  • Si el niño derrama agua sin querer, no se le castiga “sin dibujos”; se le invita a limpiar el suelo juntos, comprendiendo que su acción tiene una consecuencia real.
  • Si un adolescente llega tarde repetidamente, la consecuencia puede ser ajustar la hora de salida, que se levante antes, hasta que vuelva a ganarse la confianza.
  • Si un hermano grita al otro, la consecuencia puede ser ayudar a reparar el daño emocional, pidiendo disculpas o colaborando en una actividad conjunta. No dejarle sin parque por la tarde.

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