Aceptación radical: la estrategia que te enseña a gestionar las rabietas de tus hijos sin luchar contra ellas

La aceptación radical, una herramienta clave de la terapia dialéctica conductual (DBT), puede ayudarte a mantener la calma ante las rabietas de tus hijos y enseñarles a autorregularse mejor.
Madre sentada junto a su hijo pequeño que llora en el salón, acompañándolo con calma y empatía.
Practicar la aceptación radical ayuda a los padres a mantener la calma y acompañar con empatía las emociones intensas de sus hijos. Midjourney-RG

Hay un momento en toda crianza que pone a prueba la paciencia: la rabieta. Gritos, lágrimas, brazos cruzados y un “¡no!” que parece infinito. Y aunque muchas veces intentamos razonar, distraer o controlar la situación, la verdadera clave puede estar justo en lo contrario: aceptar lo que está pasando, sin resistirnos.

Este enfoque es la esencia de la estrategia conocida como aceptación radical. No consiste en rendirse ni en aprobar el comportamiento del niño, sino en asumir —con calma y sin juicio— que la situación es la que es porque una vez arranca el berrinche, da igual si es una rabieta a los dos años, a los tres, a los cuatro o incluso si es una rabieta a los 6 años, que también pueden ocurrir: no se puede parar.

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Niña en el suelo por una rabieta
Una niña en una rabieta se tira al suelo

Qué es la aceptación radical y de dónde viene

La aceptación radical es una habilidad psicológica nacida en la terapia dialéctica conductual (DBT), desarrollada por la psicóloga Marsha M. Linehan a finales de los 90, una estrategua que se utiliza ampliamente para mejorar la regulación emocional. Esto es, es una base para aprender a gestionar las rabietas de los hijos.

El concepto de aceptación radical proviene de la Terapia Dialéctica Conductual (DBT), una corriente de la psicología cognitivo-conductual diseñada inicialmente para personas con dificultades intensas de regulación emocional. Su creadora, la psicóloga Marsha Linehan (University of Washington), definió esta práctica como “aceptar la realidad por completo y sin resistencia”.

Y es que, aplicada a la crianza, la aceptación radical puede ser una solución eficaz, puesto que aceptar la rabieta como parte del desarrollo emocional del niño y como una oportunidad para modelar calma y contención.

En términos sencillos, la estrategia consiste en dejar de luchar contra lo que no podemos cambiar en el momento presente. En crianza, se traduce en no pelear con la rabieta, sino acompañarla desde la calma, entendiendo que el niño o niña está desbordado emocionalmente y que necesita co-regulación, no control.

Cabe recordar que el primer paso para calmar una rabieta es empezar por ti mismo: aplica este sencillo consejo para mantener el equilibrio, ya que estudios recientes han mostrado que los padres que practican estrategias de aceptación muestran menores niveles de estrés parental y mayor capacidad de respuesta empática ante las emociones intensas de sus hijos.

Un niño con gesto de estar en medio de una rabieta
Un niño en plena rabieta

Cómo aplicar la aceptación radical cuando tu hijo tiene una rabieta

Aceptar radicalmente la rabieta de un niño tampoco es quedarse inmóvil. Es reconocer sin juicio lo que ocurre (“mi hijo está frustrado”, “yo también me siento cansado”), respirar y decidir conscientemente cómo responder, en lugar de reaccionar en caliente.

Algunos pasos prácticos para poner esta estrategia en marcha son los siguientes:

  1. Pon nombre a la emoción (la tuya y la suya). “Esto me enfada, pero puedo respirar”. “Entiendo que estás frustrado”.
  2. No intentes cambiar la emoción, acompáñala. No le digas “no llores”, sino “entiendo que quieras eso y no lo tengas”.
  3. Usa la calma como espejo. Cuanto más tranquilo te vea, más rápido podrá regularse.
  4. Haz una pausa consciente. Una respiración profunda antes de hablar puede cambiar toda la escena.
  5. Reformula tu pensamiento. En lugar de “no debería estar haciendo esto”, piensa “ahora mismo necesita aprender a calmarse, y puedo ayudarle”.

Practicar la aceptación radical no solo puede reducir la tensión de las rabietas, sino que enseña a los niños a aceptar sus propias emociones sin miedo ni culpa. Cuando sienten que no son castigados por estar tristes o enfadados, desarrollan una mayor inteligencia emocional y una relación más segura con sus padres.

Además, esta práctica permite al adulto distinguir entre límites y emociones: puedes mantener la norma (“no puedes pegar”) sin invalidar el sentimiento (“entiendo que estás muy enfadado”). Ese equilibrio entre firmeza y empatía es uno de los pilares de la crianza respetuosa y consciente.

Un niño enrabietado.
Un niño enrabietado. Prueba a aplicar la aceptación radical.

Referencias

  • Linehan, Marsha M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. Guilford Press.

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