Durante los últimos años se han producido ciertos avances para la detección y atención de los alumnos y alumnas disléxicos, como por ejemplo, la compra por parte de la Administración de innovadoras herramientas tecnológicas, la adquisición de pruebas psicométricas de detección y la publicación de guías a disposición del profesorado.
Sin embargo, aunque estos pasos no dejan de ser útiles y resultar beneficiosos, Jesús Palazón, psicólogo y pedagogo especializado en dificultades específicas de aprendizaje, denuncia en un artículo publicado en el periódico Magisterio que para atender correctamente las necesidades del alumnado con dislexia hay que ir más allá.
Cambios estructurales y profundos
En este sentido defiende la necesidad de realizar cambios estructurales mucho más profundos y de mayor calado, los cuales enumera.
1.Asegurar una alfabetización de calidad a todo el alumnado: "La dislexia es una dificultad persistente y severa para decodificar las palabras escritas de forma precisa y fluida", explica Palafón. En este sentido añade que "enseñar a todos los niños a leer con programas educativos de excelente calidad, informados desde la investigación, permite dos cosas: observar más rápidamente que niños se quedan atrás y ofrecer una experiencia educativa temprana de calidad que atenúe el impacto de los problemas que van a presentar aquellos niños para los que aprender no es sencillo".

2.Conectar la enseñanza de la lectura con una serie de cribados universales tempranos que permitan detectar, ya durante el primer año de enseñanza, qué niños se están quedando atrás. Las últimas investigaciones realizadas demuestran que si los niños reciben programas de calidad para aprender a leer, los cribados se pueden implementar con éxito en el primer curso de la enseñanza elemental.
3.Conectar los programas de alfabetización generales y los cribados universales con una respuesta educativa temprana, especifica e intensiva, que aborde las dificultades empergentes de los niños en los primeros meses de la enseñanza de la lectura. Para Palazón este es, sin duda, el cambio más importante:
"Estas intervenciones educativas especiliazadas deben monitorizar el progreso de los niños en riesgo tan pronto como aparecen las primeras dificultades, observar cómo los niños responden a la intervención específica y asegurar que aquellos niños con dificultades persistentes reciben, lo antes posible, un diagnóstico de dislexia. En un sistema que aborde la dislexia con garantías de intervención antes del diagnóstico, cuando los niños aún están en riesgo".
Son cambios profundos y estructurales como estos, afirma el experto, los que pueden ayudar de verdad a la mayoría del alumnado con dislexia.
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