Un nuevo estudio revela que las diferencias de rendimiento escolar entre niños y niñas con y sin origen migrante se consolidan desde primero de primaria. Y la escuela, lejos de compensarlas, puede incluso acentuarlas. Te lo contamos.
¿No es la escuela el lugar donde todos los niños parten desde cero? ¿Ese espacio neutro, teóricamente igual para todos, donde las diferencias del hogar deberían suavizarse y no amplificarse? Una investigación reciente sobre el sistema educativo alemán, un país con un contexto social, con sus insalvables diferencias y peculiaridades, parecido a España, viene a desafiar esta idea tan arraigada.
El estudio, publicado en Sociology of Education y liderado por Giampiero Passaretta (Universitat Pompeu Fabra) y Jan Skopek (Trinity College Dublin), analiza cómo aprenden los niños y niñas en primero de primaria según su origen migrante.
Los resultados son tan sólidos como inquietantes: las desigualdades educativas entre niños y niñas con y sin origen migrante no solo están presentes desde el inicio, sino que se agravan durante el primer año escolar, especialmente entre los menores más vulnerables. El colegio, en vez de actuar como un motor de integración, no logra compensar las desventajas que algunos alumnos ya traen de casa. Es más: en algunos casos, las amplifica.
En un país como Alemania —pero también aplicable a cualquier sociedad con diversidad creciente—, donde cada vez más niños y niñas provienen de entornos migrantes, esta conclusión debería hacer saltar las alarmas. Porque no hablamos de diferencias en secundaria o bachillerato: hablamos del primer curso de Primaria.

Los niños no occidentales parten con desventaja en el colegio
El trabajo de Passaretta y Skopek se basa en datos representativos a nivel nacional del Panel Educativo Alemán (NEPS), con más de 4.600 niños nacidos en Alemania y matriculados en primero de primaria. Lo innovador del enfoque es que emplea un método llamado differential exposure approach (DEA), que permite separar cuánto aprenden los niños y niñas por el simple hecho de ir a la escuela de lo que aprenden por madurar y crecer en casa.
Analizaron a niños y niñas con padres nativos y con padres migrantes de tres orígenes: países occidentales, ex Unión Soviética y otros países no occidentales (como Turquía). Evaluaron competencias en gramática, vocabulario, matemáticas y ciencia.

Los hallazgos muestran con claridad que los niños y niñas de origen no occidental partían ya en desventaja en lenguaje y matemáticas desde el inicio del curso. Pero además, eran los que menos avanzaban a lo largo del año. En contraste, los niños y niñas con padres migrantes del Este de Europa progresaban más, e incluso superaban en algunos casos a los nativos.
El análisis concluye que hasta el 97% de las diferencias en progreso entre grupos puede atribuirse directamente al colegio, no a factores externos. Es decir: no es que unos niños tengan mejor entorno en casa, sino que la escuela no logra igualar las condiciones de partida.

Una llamada de atención a la educación y la sociedad
Las consecuencias de estos hallazgos son enormes, sobre todo si entendemos la educación como un instrumento para ofrecer igualdad de oportunidades desde la infancia. Si las brechas en vocabulario o ciencia ya se ensanchan en primero de primaria, la intervención no puede esperar a secundaria. Debe comenzar mucho antes.
Para las familias migrantes (responsables de la subida reciente de la natalidad en España) especialmente aquellas con menos recursos o con lenguas distintas a la del entorno escolar, esto supone un reto extra. La desventaja no es solo socioeconómica, sino también cultural y lingüística, y parece que la escuela, tal y como está diseñada, no siempre logra compensarla.

Además, el estudio también señala que los niños y niñas que más necesitan apoyo son precisamente los que menos se benefician del colegio. Algo que debería hacernos reflexionar sobre cómo se estructura el sistema educativo, qué estrategias se usan en el aula, y si se tienen en cuenta los distintos puntos de partida de cada alumno.
Para los padres y madres, este estudio puede ser una llamada de atención: la implicación temprana en la educación de los hijos e hijas es clave, pero también lo es exigir a las instituciones educativas una mayor sensibilidad y adaptación a las realidades familiares diversas. Por ejemplo, programas de refuerzo lingüístico desde los tres años, formación para el profesorado en diversidad cultural, o metodologías que eviten que los niños y niñas con menos “capital cultural” queden invisibilizados.
Referencias
- Giampiero Passaretta, Jan Skopek. The Role of Schooling in Equalizing Achievement Disparity by Migrant Background. Sociology of Education, 2025. DOI: 10.1177/00380407241293692