Ni Juan ni Juanillo: dicho popular que deberíamos tatuarnos los seres humanos a fuego. Si bien antes se era madre, o padre, desde la más absoluta ignorancia, con el único conocimiento de los referentes cercanos (familiares y amigos) y sus propias experiencias, hoy día la crianza es lo más parecido a una oposición eterna con temario que se va actualizando semanalmente.

Ayer hablaba con una amiga embarazada y me comentaba que desde que está en estado de buena esperanza no lee por placer, que todos los libros que se compra son relacionados con la maternidad. Imagino que mi cara le obligaría a darme explicaciones que, sin preguntarle, prosiguió: "hombre, no es lo mismo llegar a la lactancia con cierta información, que sin ella". Y le doy la razón, no digo que no. Por ejemplo, yo no sabía que las pezoneras existían y fueron mi salvación para que me hijo consiguiera un agarre correcto del pezón. De haber tenido constancia de su utilidad antes, estas hubieran sido uno de los tropecientos elementos de mi "neceser de hospital".

El problema, le expuse a mi amiga, es que vas a encontrar libros, artículos y opiniones, expertas y personales, en las que se te de una relación de razones por las que usar las pezoneras (o cualquier otro artilugio) y otras tantas en las que se te avise del peligro de su uso.
Que no está mal, proseguí, que es cierto aquello de que la información es poder, pero que su exceso, la sobreinformación, te lleva a la pérdida total de conexión con tus instintos y tus valores.
He escuchado a madres lamentarse por no poder practicar el Baby Led Weaning con sus hijos porque le tienen pánico al hecho de que se atraganten. Y a otras arrepentirse de haber puesto en práctica el famoso método Stivill para que el bebé durmiera sólo, cuando años más tarde se empezó a hablar sobre las consecuencias de dejarlos llorar hasta que se durmieran: inseguridad, ansiedad e incluso depresión o lesiones cerebrales.
Sin restarle la importancia que merecen tanto las opiniones de otros padres más experimentados, como las voces científicas de distintas disciplinas ligadas a la salud y la infancia, si pudiera daros algún consejo para no vivir abrumados por las diferentes corrientes educacionales y los defensores y detractores de distintas modas y tendencias en tanto a crianza, os daría los mismos que a mi amiga:
- Sondea tus valores. Ser madre pasa por mirarte de frente y con detalle, examinar de forma pormenorizada tu manera de ser y de comportarte, aquellos rasgos que siempre han permanecido en tu actitud. Detectar aquellos principios inquebrantables en tu vida e intentar educar a tu hijo en base a ellos para sentir que eres consecuente y que tus decisiones puedan ser sostenibles.
- Busca referentes cercanos, sin trampa ni cartón. Tus ejemplos, tanto para elegir cómo quieres hacerlo, como para detectar las conductas a evitar, han de ser personas reales, cuyas circunstancias sean similares a las tuyas y con una historia que puedas conocer al 100%. No puedes inspirarte ni compararte con la madre de la puerta del cole que va siempre monísima, ni con la instagrammer de turno. Básicamente porque la idea que percibes de su estilo de maternidad es una realidad filtrada.
- Usa la información que se adapte a ti. Por supuesto que tienes que hacer uso de la información que hay a tu alcance, pero fíltrala. Infórmate sobre un tema, reflexiona y toma una decisión basándote en tus valores.
Y recuerda, que aunque suena a topicazo, tus hijos necesitan padres felices, no perfectos.
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