Todos nos equivocamos y tomamos decisiones incorrectas. A los niños también les sucede. Sin embargo, aprender de los errores no siempre es fácil, sobre todo porque debemos apartar el ego. Pero eso no significa que no debamos animar a los niños a reflexionar sobre lo que han hecho mal. De hecho, rectificar es de sabios. Y cuanto antes lo aprendan tus hijos, mejor.
No es culpa de los niños, ¿cómo reacciona el cerebro infantil ante los errores?

Los errores forman parte de la vida, pero eso no implica que sea fácil reconocerlos, aceptarlos y aprender de ellos. Si a los adultos nos cuesta, ¡imagina a los niños! Y no se debe a que sean tercos o inmaduros, sino a que su cerebro no está preparado para identificar los errores, según reveló un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oslo.
El cerebro humano está “programado” para reconocer los errores, incluso antes de equivocarse. Es lo que se conoce como negatividad relacionada con el error (ERN por sus siglas en inglés). Esta reacción se produce unas milésimas de segundos antes de cometer un error: básicamente, la corteza cingulada detecta la equivocación y envía una señal de alerta a otras zonas del cerebro para prestar atención y evitar volver a cometer ese error en el futuro.
Sin duda, se trata de un mecanismo muy eficaz para reconocer y aprender de los errores. El problema es que tarda en desarrollarse. Según estos investigadores, la ERN evoluciona a lo largo de los años, sobre todo a partir de la adolescencia, pero es prácticamente inexistente durante los primeros años de la infancia, lo cual tiene lógica ya que la corteza cingulada no termina de madurar hasta después de los 20 años.
Eso explica por qué a tu hijo le cuesta tanto reconocer que se ha equivocado al elegir un juguete o tenga dificultades para reflexionar sobre una mala decisión. Los niños lo intentan, pero deben hacer un gran esfuerzo para conseguirlo porque su cerebro aún no se ha desarrollado por completo. Por esa razón, en vez de reñirle o decirle “te lo dije”, intenta ponerte en su lugar y enseñarle a aceptar sus errores y corregirlos.
Así puedes motivar a tu hijo a revalorar sus decisiones

No pasa nada por equivocarse, siempre que seamos capaces de aprender de los errores, algo que los niños deben aprender desde que son pequeños. Ya sea un error, un cambio de opinión o simplemente una oportunidad mejor, enseñar a tu hijo a reconsiderar sus decisiones le brindará la flexibilidad necesaria para adaptarse a los cambios. ¿Cómo conseguirlo?
1. Invítalo a reflexionar
Rectificar es de sabios, pero reflexionar es de listos. Por tanto, si quieres que tu hijo aprenda de sus errores y evite tropezar con la misma piedra dos veces, anímalo a que piense sobre lo que ha sucedido. Pregúntale: ¿en qué te equivocaste? ¿Cuáles fueron las consecuencias de ese error? ¿Qué intentaste hacer y qué te salió mal? ¿Qué otras opciones tienes? ¿Qué puedes hacer para enmendar la situación?
Es probable que tu hijo ya haya tenido en cuenta estas preguntas pues, como revelaron neurocientíficos de la Universidad del Noroeste, el cerebro humano intenta minimizar la incertidumbre realizando predicciones continuamente para anticiparse a los problemas. Sin embargo, generalmente ese proceso ocurre por debajo del radar de la conciencia, por lo que es importante reflexionar activamente para encontrar el error y buscar una solución.
2. Para rectificar, mejor tener la mente fría
Cuando tu hijo se ve obligado a reconsiderar una decisión porque se ha equivocado o ha surgido un imprevisto, su cerebro explora las posibles opciones y calcula el margen de error. Esa actividad demanda un mayor esfuerzo cognitivo y, a menudo, también encierra una carga emocional. Por ese motivo, es normal que tu hijo se sienta triste, frustrado o enfadado.
Sin embargo, analizar la situación con las emociones a flor de piel no es una buena idea ya que afecta el proceso de toma de decisiones, como reveló un estudio realizado en la Global Science Organization de Ipsos. Por consiguiente, ayúdalo a calmarse. Practicar ejercicios de relajación, cambiar de actividad, dar un paseo o dejar que lo consulte con la almohada son algunas estrategias de autocontrol emocional muy eficaces para poder abordar la mala decisión con la mente fría.
3. Sugiere, no impongas
Cuando los niños se equivocan y se meten en problemas, nuestro primer impulso es correr a ayudarlos. Sin embargo, debes resistir esa tentación y dejar que rectifiquen solos. De lo contrario no solo no los estarás ayudando, sino que probablemente terminarás imponiéndoles tu manera de ver y solucionar los conflictos.
Evita decirle a tu hijo lo que tiene que hacer. En su lugar, pregúntale qué opciones tiene en ese momento y cuál considera mejor. Si ha pasado algo por alto, puedes sugerirle otras alternativas, pero no le digas cuál es la mejor solución. Así no solo aprenderá a solucionar los problemas por su cuenta, sino que desarrollará una autoconfianza a prueba de balas.
Por último, no olvides que la mejor manera de ayudar a tu hijo a rectificar y reconsiderar sus decisiones consiste en convertirte en su ejemplo. No temas aceptar que te has equivocado. Coméntale tus errores y las alternativas para solucionarlos. Incluso puedes pedirle su opinión, siempre que sea adecuado. ¡Quizá te sorprendan sus ideas!