Álvaro Bilbao, sobre los niños menores de 5 años: "No lloran a propósito"

¿Por qué lloran los niños pequeños? Álvaro Bilbao explica cómo entender su llanto y acompañarlos con amor, empatía y paciencia verdadera.
El llanto de un niño pequeño no es manipulación: es una llamada a ser abrazado y comprendido.
El llanto de un niño pequeño no es manipulación: es una llamada a ser abrazado y comprendido (Midjourney-RG)

¿Has pensado alguna vez que tu hijo pequeño llora para manipularte? Álvaro Bilbao, neuropsicólogo experto en desarrollo infantil, asegura que esta idea no es correcta: los niños y niñas menores de cinco años no lloran a propósito. Su llanto, lejos de ser una estrategia calculada, es simplemente la expresión de un malestar que no saben gestionar solos.

Álvaro Bilbao subraya que cuando un niño o niña pequeño, menor de 5 años, llora es porque está desbordado emocionalmente. Puede ser cansancio, hambre, frustración o la necesidad de estar cerca de sus padres. 

No siempre podremos cumplir lo que piden, pero siempre podemos acompañarlos con presencia, empatía y calma. Sentarse junto a ellos, abrazarlos o sostener su mano puede ser mucho más útil que cualquier explicación o reproche.

Es esencial tener esto en cuenta porque a menudo se nos olvida durante la crianza de los hijos e hijas, sobre todo en esta fase inicial que es tan intensa. De hecho, se nos olvidan también a menudo otras cuestiones clave en los menores de 5 años que Álvaro Bilbao insiste en recordar. 

Acompañar sus lágrimas es enseñarles que sus emociones son valiosas y seguras.
Acompañar sus lágrimas es enseñarles que sus emociones son valiosas y seguras (Midjourney-RG)

Otras características comunes de los niños menores de 5 años

Además del error de pensar que los niños y niñas menores de 5 años no lloran a propósito, Álvaro Bilbao, aprovechando su posición como uno de los divulgadores de crianza más seguidos de nuestro país, destaca otras cuatro características comunes de los peques menores de esta edad. 

Más autonomía física que madurez emocional

Una de las claves que subraya Álvaro Bilbao es que los niños y niñas pequeños suelen mostrar más madurez física que emocional. Mientras pueden trepar, correr o ayudar a recoger sus juguetes, su mundo emocional sigue siendo inmaduro y necesita apoyo constante

Es fácil caer en el error de exigirles que “se porten bien” o que gestionen sus emociones solos, cuando en realidad necesitan brazos disponibles, paciencia infinita y amor incondicional para aprender a calmarse y regularse.

No escuchar no es desobediencia

Es habitual que padres y madres interpreten como desobediencia el hecho de que un niño no responda a la primera indicación. Pero, como explica Álvaro Bilbao, no escuchar a la primera no significa que no quieran obedecer, sino que su cerebro aún no tiene la capacidad suficiente para cambiar de actividad rápidamente o dejar de concentrarse en lo que están haciendo.

Por eso, en lugar de impacientarnos o levantar la voz, conviene recordar que no se trata de voluntad, sino de madurez. Acercarse, llamar su atención con ternura y asegurarse de que nos miran antes de pedirles algo es una manera más eficaz y respetuosa de comunicarnos con ellos.

Detrás de cada gesto serio o desobediente, hay una necesidad emocional que espera ser vista.
Detrás de cada gesto serio o desobediente, hay una necesidad emocional que espera ser vista (Midjourney-RG)

Su comportamiento: más petición que provocación

Cuando un niño o niña pequeño tiene una rabieta o actúa de forma desafiante, es fácil pensar que está tratando de hacernos la vida imposible. Sin embargo, Álvaro Bilbao insiste: para los menores de 5 años, lo más importante es sentirse queridos y ver que sus padres están orgullosos de ellos. La mayoría de los comportamientos que consideramos “malos” son en realidad formas imperfectas de pedir atención, afecto y conexión emocional.

Detrás de esas conductas hay necesidades profundas: sentirse vistos, escuchados y acompañados. Si somos capaces de mirar más allá de la superficie, podremos responder mejor y ayudarles a crecer emocionalmente.

El mayor miedo de un niño: perder el amor de sus padres

Álvaro Bilbao también recuerda que el mayor miedo de los niños pequeños es perder el amor de sus padres. Dependen de nosotros para todo: alimentarse, protegerse del frío, sentirse seguros… y también para construir su confianza emocional.

Por eso nunca deberíamos amenazar con irnos o abandonarles como forma de disciplina. Este tipo de mensajes, aunque puedan parecer efectivos en el corto plazo, pueden dañar su sensación de seguridad y el vínculo afectivo que estamos construyendo.

En definitiva, la mirada de Álvaro Bilbao sobre los niños menores de cinco años nos invita a ser más pacientes y comprensivos. No lloran para manipularnos ni para molestarnos: lloran porque lo necesitan, porque su madurez emocional aún está en desarrollo y porque dependen de nosotros para aprender a calmarse.

Nuestra tarea como madres y padres no es solo educar, sino acompañar con empatía, amor y respeto cada una de esas etapas. Y sobre todo, recordar que incluso cuando parece que más nos ponen a prueba… es cuando más nos necesitan.

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