El Gobierno de España se prepara para dar un paso inédito en la protección digital de la infancia. En un clima en el que preocupa mucho la relación de los menores de edad con las redes sociales y cuestiones relacionadas como el uso del teléfono móvil en el ámbito educativo, el Ministerio de Juventud e Infancia ha anunciado que impulsará una regulación específica del sharenting —la práctica de madres y padres que comparten fotos o vídeos de sus hijos menores en redes sociales— para limitar la sobreexposición digital y proteger el derecho a la propia imagen de los menores.
La medida, que se encuentra en fase de estudio pero que ya ha sido anunciada por el ministerio, busca definir límites claros y responsabilidades parentales en un contexto en el que millones de imágenes de niños circulan por Internet sin control.
El fenómeno no es menor: más del 80 % de los bebés ya están presentes en Internet antes de cumplir los seis meses de vida, y cada niño ha sido compartido de media 1.300 veces antes de los 13 años, según los mismos datos.

La sociedad no ve con malos ojos la prohibición del sharenting
Quizá por el contexto en el que vivimos recién detallado, el anuncio del ministerio de Infancia y Juventud sobre la regulación del sharenting no parece casualidad. Llega en un momento en el que la sociedad empieza a ser más consciente del impacto de estas prácticas.
Según el último estudio de Cheerz “Uso de la fotografía entre los españoles”, uno de cada tres encuestados (35 %) cree que debería estar prohibido compartir fotos de menores en redes sociales, y el 53 % de los padres admite que no consulta con sus hijos antes de hacerlo.
En paralelo a esta posible regulación del sharenting, el Ministerio de Juventud e Infancia planea otras medidas concretas para reforzar la educación digital responsable, como campañas informativas, controles parentales y criterios de actuación para influencers o creadores de contenido que involucren a menores en sus publicaciones.

Qué es el sharenting y por qué preocupa tanto
El término sharenting nace de la unión de dos vocablos ingleses: share (compartir) y parenting (paternidad/maternidad). Designa el acto de publicar fotos, vídeos o información sobre los hijos en redes sociales, foros o blogs.
Lo que comenzó como una forma de documentar recuerdos familiares se ha convertido, según los expertos, en una exposición masiva de la infancia en entornos digitales. No en vano, la Oficina del Comisionado de la Infancia del Reino Unido (Office of the Children’s Commissioner of England) incide en que un niño promedio tiene presencia online incluso antes de nacer a través de ecografías publicadas por sus padres.
Aunque el gesto de compartir una imagen o información del menor en el ámbito digital pueda parecer inocente, sus consecuencias van desde la pérdida de control sobre la imagen hasta el riesgo de grooming, ciberacoso o manipulación de fotografías mediante inteligencia artificial.
Los expertos coinciden en que los progenitores son el primer modelo digital para sus hijos. Sin embargo, el informe de Cheerz revela que el 40 % de los padres no desconecta digitalmente delante de los menores y que el 15 % comparte en redes el momento de la vuelta al cole de sus hijos. En este sentido, cabe recordar que los expertos inciden en la importancia que tiene aparcar las pantallas cuando dedicamos tiempo a los hijos.

¿Saldrá adelante la regulación del sharenting?
El debate sobre el sharenting no busca demonizar la tecnología ni prohibir los recuerdos familiares, sino abrir una reflexión colectiva sobre los límites del compartir. ¿Hasta qué punto publicar una imagen adorable puede comprometer la privacidad futura de un menor? ¿Quién controla esa huella digital cuando el niño crece y desea decidir por sí mismo?
La legislación española se prepara para responder a estas preguntas, pero el cambio también pasa por las familias. En Ser Padres ya analizamos cómo los niños que crecieron en redes sociales opinan hoy sobre lo que hicieron sus padres y por qué conviene evitar el sharenting en vacaciones:
Quizá no sea necesaria una regulación, ya que el punto de partida es tan sencillo como tener en cuenta la opinión de los niños (cuando pueden darla) y preguntar antes de publicar. Pero puede que, a la vista de lo que está ocurriendo, no haya otra alternativa. Y no hay que olvidar que proteger su imagen no es solo un acto de prudencia, sino también de amor.
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